Granos de resistencia: celebrando rituales, cuerpos y comida en Belice y la península de Yucatán

El siguiente capítulo analiza las características más sobresalientes de tres festivales mayas. Estos festivales también han sido capturados en un mismo número de cortometrajes etnográficos. En este ensayo, segmentos de estos documentales se utilizan para ilustrar puntos específicos. Sin embargo, estos pueden verse en su forma completa aquí: 

1. Festival del Maíz en Yucatán.
2. Feria de las Semillas Nativas en Quintana Roo.
3. Día Maya en Belice.

Introducción

Durante la última década, los pueblos mayas en la península de Yucatán y Belice han articulado nuevas estrategias de resistencia frente a la opresión y a la marginación a través de fiestas y festivales. Aunque estos grupos se identifican a sí mismos como mayas, cada uno de ellos habla lenguas diferentes y tiene tradiciones culturales distintas. Sus celebraciones colectivas–así como las ideas, mensajes y valores que los géneros del performance reproducen dentro de ellos–también deben entenderse a partir de contextos políticos e historias distintas. 

En Yucatán, los activistas mayas luchan por reforzar y renovar las despreciadas y marginalizadas epistemologías indígenas, particularmente aquellas que se expresan en prácticas agrícolas y en formas locales de desarrollar y preservar variedades de maíz, frijol, calabaza, raíces y enredaderas. En fiestas o ferias, las semillas se vuelven a inscribir de forma discursiva y performativa como un foco de resistencia frente a las políticas neoliberales, así como frente a la introducción de organismos genéticamente modificados (OMGs), como el maíz y la soya transgénicos. Las prácticas performáticas (siguiendo a Taylor 2003) toman la forma de ceremonias espirituales renovadas, teatro comunitario, narraciones, declaraciones políticas, canciones o poesía.

Los mayas de Belice, por su parte, enfrentan un contexto nacional en el que se les ha negado el estatuto de pueblos indígenas. Hasta hace poco, las autoridades de Belice solían representar a las comunidades mayas yucatecas, q’eqchi ‘y mopan, como inmigrantes recientes de México o Guatemala. Este retrato ha obstaculizado el acceso a y el ejercicio de los mayas a los derechos territoriales, políticos y culturales básicos, y ha impedido que la generación más joven se identifique como maya. Como era de esperarse, esta situación también ha generado la invisibilización simbólica de los mayas dentro de la narrativa histórica de Belice. Así, los días festivos nacionales, que celebran las contribuciones sociales y culturales de otros grupos étnicos, no han reconocido la importancia de los mayas para la nación. Por lo tanto, resistir a la invisibilización así como reivindicar la resiliencia y el dinamismo maya han sido los temas centrales del festival del Día Maya. Para esto, han empleado estrategias escénicas como juegos y competiciones; música y danzas tradicionales y contemporáneas, y ceremonias espirituales.

En este ensayo, argumento que así como los mayas de Yucatán resisten el asalto neoliberal a sus epistemologías y espiritualidades protegiendo celosamente sus granos locales, los cuerpos mayas y sus prácticas en Belice también podrían entenderse como granos de resistencia a la invisibilización y a la marginación.

Ferias para el intercambio de semillas, fiestas de resistencia

Durante la última década, grupos de activistas mayas y no mayas se han reunido cada año en diferentes partes de la península de Yucatán para celebrar la cultura  y la identidad maya de una nueva manera: se encuentran para intercambiar, vender y comprar semillas de diversas variedades locales de plantas comestibles y cultivables, de las cuales la más importante es el maíz. Aunque los intercambios de semillas vienen ocurriendo desde hace mucho tiempo en Yucatán, estas reuniones, en particular, comenzaron poco después de que el huracán Isidoro azotara la región en 2002. Isidoro causó la destrucción de importantes cultivos de maíz y frijoles y la subsiguiente pérdida de semillas para el siguiente ciclo agrícola. Con el apoyo de ONGs y de otros activistas, que trabajan en estrecha colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se estableció rápidamente un proyecto para que grupos de la comunidad maya intercambiaran semillas que habían logrado salvar del huracán. 

Los primeros intercambios fueron simples. Los activistas mayas, en estrecha colaboración con las ONGs en sus comunidades, traían semillas de maíz de diferentes variedades, diversas en color, duración del ciclo y grosor, que eran nativas de Yucatán o habían sido adaptadas a sus condiciones. También intercambiaban semillas de variedades nativas de leguminosas, cucurbitáceas, raíces, hortalizas, frutas, hojas.

Fiesta del Maíz (Yucatán): Intercambio de semillas.
Feria de Semillas Nativas (Quintana Roo): Intercambio de semillas.

Un proyecto de investigación financiado por el PNUD y otras agencias ayudó a documentar la gran diversidad de plantas locales que el campesinado maya ha mantenido y desarrollado durante décadas (sino siglos), como parte de su modo de producción diversificado y altamente adaptable: la milpa (Teran y Rasmussen 1995).

El intercambio de semillas iniciado en 2002 pronto se convirtió, para los participantes, en un catalizador para reflexionar sobre el modo de vida de los campesinos mayas; la importancia de la agrobiodiversidad local; su relación con la historia cultura y espiritualidad mayas, y algunas de las amenazas a sus epistemologías que enfrentan actualmente. Por “epistemologías” me refiero aquí a formas particulares de conocer que se sustentan en las teorías que diferentes pueblos tienen sobre la naturaleza del conocimiento y sobre cómo este se transmite (Maffie 2006). Muchas de estas teorías están integradas en prácticas colectivas que, según Lave y Wenger, tienden a configurar “comunidades de práctica” (1991). En ocasiones, estas comunidades están claramente orientadas a instruir y guiar; en otras, tienen como función inculcar el conocimiento y posibilitar el aprendizaje.

Por lo tanto, los activistas mayas y no mayas han creado un espacio para intercambiar no solo semillas, sino también perspectivas y opiniones; para crear conciencia sobre el desastroso estado de las comunidades rurales e indígenas, y para unir sus voces en demanda de apoyo y atención a sus problemas. Pero, sobre todo, los activistas mayas han creado un espacio para celebrar su espiritualidad agrícola. Esto sucede (como mostraré) de diferentes maneras, sin embargo, una práctica importante es lo que llamo la “histo-narración” ((his)tory telling). Es decir, la narración oral de la historia y los eventos contemporáneos desde una perspectiva claramente maya. Esta práctica se basa en el tsikbal, un concepto maya yucateco que se puede traducir como “conversación respetuosa”. La histo-narración es más performativa (en tanto está basada y organizada de manera discursiva) que performática (entendiendo esta última como práctica corporizada). Sin embargo, el acto de contar oralmente exige varias habilidades no discursivas, como gestos, ritmo y reiteración. 

Feria de las Semillas Nativas (Quintana Roo): Histo-narración de Bernardo.

Las comunidades rurales mayas en Yucatán han experimentado un drástico deterioro de sus niveles de vida, particularmente desde la introducción de las políticas neoliberales de los años noventa. Antes de esta década, la agricultura de subsistencia era sostenida por subsidios del gobierno que mantenían la producción a bajo costo y garantizaban un precio básico para el maíz y los frijoles. En la década de 1980, la “Revolución Verde”, impulsada por el gobierno, introdujo el uso de agroquímicos y variedades “mejoradas” de semillas a las complejas lógicas de la milpa. Si bien estos cambios fueron inicialmente resistidos por los campesinos mayas más tradicionalistas, el gobierno finalmente los “convenció” a usar estas semillas mediante la implementación de subsidios, préstamos condicionales y otras políticas (Torres Flores 1997).

Durante siglos, la milpa, en español, o el kool, en maya yucateco, ha integrado diferentes actividades productivas y extractivas en un ciclo que crea riqueza, determina el prestigio, regula las comunidades, define las identidades y organiza vidas colectivas e individuales. El maíz y la milpa definen una de las más importantes identidades mayas: la del campesino milpero, koolkaab o koolnáal (habitante de la milpa) (Gabbert, 2001). Los milperos ricos tradicionalmente han sido reconocidos como los responsables de la toma de decisiones en la política de la ciudad y sus familias han sido particularmente respetadas. Incluso, la vida de koolkaab fue considerada durante muchos años como la vida de una persona libre.

Feria de las Semillas Nativas (Quintana Roo): Histo-narración de Pedro.

Las transformaciones repentinas y sostenidas en el contexto nacional e internacional han traído nuevos desafíos para los estilos de vida koolkaab. La liberalización del mercado de alimentos, en los últimos años, ha significado que la mayoría de los subsidios, que permitían mantener un nivel de vida decente, hayan desaparecido. La dependencia de los insumos agrícolas externos y la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han aumentado los costos de producción y han generado que el maíz local y otros cultivos tengan que competir con productos altamente subsidiados en los Estados Unidos. Más recientemente, el poderoso cabildeo y las presiones políticas de las grandes empresas agrícolas en México –el centro de origen del maíz– le han abierto la puerta a variedades de maíz modificadas genéticamente. Se están librando muchas batallas contra la introducción de los OGM. Las alianzas nacionales han disputado estas políticas neoliberales con diferentes niveles de éxito (Fitting 2011). Los activistas mayas y no mayas son parte de este amplio movimiento contra los OGM al que dan un profundo sentido histórico y cultural.

Desde 2006, las reuniones para el intercambio de semillas se conocen como ferias o fiestas. En español, la palabra “feria” transmite la idea de un suceso de tipo económico, como un gran mercado, mientras que la fiesta está abierta a interpretaciones más diversas. La fiesta puede ser religiosa, una ocasión alegre y colectiva o una celebración solemne. Los diferentes términos empleados para describir estos eventos hablan de la diversidad de perspectivas tanto de los organizadores como de los participantes en ellos. Para algunos, las ferias cumplen la función práctica de mejorar y expandir la variedad de semillas disponibles para los campesinos mayas, fortaleciendo así su autosuficiencia y estilo de vida. Para otros, estos eventos son fiestas de importancia política y espiritual, oportunidades para desarrollar las prácticas y creencias cotidianas de los participantes rurales y para construir una identidad amplia como un solo pueblo: el de los habitantes originales de la península maya.

Resistiendo la invisibilización: el Día Maya en Belice


Los mayas de Belice experimentan una situación diferente a los de Guatemala y Yucatán, pero su situación también está marcada por la discriminación étnica y la marginación política. Una diferencia importante es que su experiencia de colonialismo fue definida por el imperio británico. Belice fue conocida como la “Honduras británica” hasta 1981, cuando obtuvo su independencia. Las luchas mayas por el reconocimiento legal y la protección de sus formas de vida las han contrapuesto a un tipo particular de nacionalismo que ha desafiado su estatus como pueblo originario de Belice (Medina 1999). Los mayas están representados aquí por tres comunidades lingüísticas diferentes: el yucateco, el mopan y el q’eqchi ‘. A pesar de los desafíos a su estatus “nativo”, los mayas se consideran una de las cuatro etnias principales que forman la nación beliceña. Los otros tres son los criollos, los mestizos y los garífuna.

Aunque los historiadores coloniales y nacionalistas están de acuerdo en que los mayas precedieron a otros grupos étnicos, muchos beliceños todavía creen que los mayas contemporáneos son inmigrantes recientes de México y Guatemala. Los criollos o kriols son descendientes de antiguos esclavos africanos y leñadores británicos que fundaron la Ciudad de Belice, el centro de la autoridad colonial británica. Ellos se convirtieron en el grupo étnico dominante después de la independencia, y desde entonces se han establecido como los verdaderos “nativos” de Belice. Los criollos sostienen la idea de que Belice no es solo un territorio, sino “un lugar culturalmente único en América Central”, que es “negro y anglosajón de orientación caribeña”. En las últimas dos décadas, debido a los cambios en los patrones migratorios, los kriols han sido superados en número por la población mestiza, que se autodenomina española a pesar de tener ascendencia amerindia.

Los mayas en Belice recientemente han enfrentado una creciente injerencia de otros grupos sociales en sus territorios. Al defender sus derechos, los mayas han sido estratégicos en su manera de (re)presentarse ante el estado y la sociedad de Belice. Debido a que las identidades lingüísticas de los mopan y los q’eqchi ’están asociadas con la inmigración guatemalteca, estas comunidades han decidido promover sus reclamos como un pueblo maya unificado. Desde 1978, diferentes autoridades locales y grupos de activistas se han comprometido a “desarrollar una identidad maya compartida y a movilizarse de manera cooperativa para proteger la cultura y los idiomas de los q’eqchi’ y los mopan y ampliar su base de tierras” (Medina 1999, 151). Para fundamentar sus afirmaciones, los mayas han tenido que hacer explícito su uso de la tierra y “materializar” sus prácticas de vivienda. “La lucha por una patria en Belice participa de una tendencia más amplia en la cual las prácticas cotidianas se están volviendo cada vez más objetivadas como prácticas culturales” (Medina 1999, 153). En esta producción activa de “relaciones vividas” con la tierra, el ritual y otros tipos de performance juegan un papel importante.

El turismo ecológico y cultural se han convertido en escenarios cruciales en los cuales performar la indigenidad maya y, al mismo tiempo, continuar desafiando al estado por los reclamos de “natividad”. En el proceso de reconstrucción de los rituales y tradiciones, los activistas mayas han recurrido a formas alternativas de transferencia de conocimiento tradicional. En la lucha de base, sin embargo, todavía existe un fuerte sentido de lo que son los rituales y las tradiciones mayas (Medina 2003) y esto se refleja en el hecho de que los organizadores del Día Maya han decidido mostrar prácticas culturales corporizadas. Estos performances de indigenidad están teniendo un impacto significativo en las formas en que los mayas de Belice representan sus dinámicas culturales frente a los prejuicios nacionales predominantes (ver Wainwright 2008). Una concepción común es que los jóvenes mayas están perdiendo su patrimonio cultural porque abandonan sus trajes tradicionales, su música y sus bailes. 

Trabajar con jóvenes mayas es lo que Tumul K’in Center of Learning se propuso hacer a principios del siglo XXI. Este proyecto educativo ha sido descrito por algunos académicos como un experimento en pedagogía postcolonial (Wainwright 2008). El nombre del centro significa “nuevo día” en mopan. Tumul K’in satisface las necesidades educativas de los jóvenes mopan y q’eqchi’ en el distrito de Toledo. Asimismo, asume que su trabajo continúa la lucha por el reconocimiento de los derechos y la cultura mayas iniciada en la década de 1990, y ha apoyado el trabajo de otras organizaciones mayas beliceñas.

En el 2002, los maestros mayas del distrito de Cayo convencieron al gobierno de Belice de permitirles ocupar las instalaciones abandonadas de un programa de desarrollo fallido en Blue Creek. Esta escuela es la única institución de educación secundaria en el país que enseña idiomas mayas como parte de su plan de estudios. Los estudiantes aún tienen que seguir el plan nacional de educación, pero también pueden enfocarse en temas como la agricultura y el procesamiento agrícola o el ecoturismo y la gestión de recursos naturales. También es la única escuela en Belice que enseña valores, espiritualidad y artes mayas. La práctica educativa de Tumul K’in alienta activamente a los estudiantes a aprender diferentes habilidades de performance durante lo que ellos llaman “días especiales”. Los maestros creen que esto alienta a los estudiantes a buscar un sentido de identidad en la exploración de la “tradición” (a través de la marimba, el arpa, los bailes tradicionales), así como en la reconstrucción de las artes performáticas perdidas hace mucho tiempo. Un ejemplo de esto último es la reintroducción del baile sobre zancos, una práctica de interpretación descrita en un pasaje del Popol Vuh, el antiguo libro de los maya kiche’. 

Día Maya (Belice): Performance –– Danza de sobre zancos.

Tumul K’in es la organización principal detrás de la celebración del Día Maya. Este es un festival que involucra diferentes tipos de performances rituales, atléticos y artísticos. El festival comenzó en 2004, como un “día abierto” para mostrarle el trabajo de los estudiantes mayas a sus padres y a personas de aldeas cercanas. Debido a que esta primera celebración fue un éxito y la gente disfrutó de las presentaciones culturales y artísticas, tanto la escuela como los padres decidieron continuarla. Desde este momento inicial, muchos elementos que aún forman parte del festival entraron en el marco de la celebración cultural maya, como las danzas tradicionales (la danza de los ciervos, por ejemplo), la música y la comida. Sin embargo, la celebración del Día Maya también puede verse como un gesto simbólico que desafía la invisibilización de los mayas como miembros legítimos de la nación de Belice. Dado que el gobierno sólo celebra los días festivos nacionales que conmemoran la herencia de los kriols (Día de San Jorge Cayo y Día del Commonwealth), o de los Garífuna (Día del Asentamiento de Garífuna), los mayas decidieron organizar una celebración pública para exaltar la contribución y la presencia continua de mayas yucatecos, mopan y q’eqchi’ en el territorio beliceño.

Día Maya (Belize): Performance– Danza del ciervo

Celebrando rituales

Entre los activistas mayas, existe un interés común en hacer del performance ritual un elemento central de su identidad. De esta manera, están reclamando epistemologías que han sido desplazadas o abandonadas durante mucho tiempo debido a los ataques sostenidos del colonialismo y de la llamada modernidad. Las diferentes prácticas espirituales que estos grupos intentan promover han sido condenadas en el pasado como paganas y demoniacas por diferentes representantes del cristianismo. Entre estos performances se encuentran las ceremonias del fuego que invocan el nawal o la energía espiritual del día, así como los rituales con entidades sobrenaturales que recorren la selva y protegen la milpa. En estas celebraciones, sin embargo, las prácticas rituales se han reinterpretado de tal manera que articulan y conectan las cosmologías antiguas con las nuevas. En las ferias de semillas, por ejemplo, las ceremonias de bendición son las actividades performáticas que dan comienzo a los eventos del día. En Buena Fe, Quintana Roo, un miembro del comité organizador realizó la ceremonia durante una de estas ferias. Para realizar el ritual, los organizadores construyeron un altar con materiales tradicionales tomados del bosque. El altar se erigía como una mesa de cuatro patas, precaria, hecha de bastones y palos, sobre la cual surgían dos arcos armados de vides y hojas. Estos arcos estaban decorados con flores coloridas y brillantes. El altar estaba orientado según los cuatro puntos cardinales. Los arcos, a su vez, se extendían desde los puntos cardinales opuestos y se cruzaban en el centro de la mesa. Al lado del altar, había una cruz adherida a un largo bastón.

Feria de Semillas Nativas (Quintana Roo): Ritual –– Bendición de las semillas. 
Un aspecto de la bendición del ritual de semillas durante la Feria de Buena Fe, Quintana Roo, 2012. Captura de video por Genner Llanes-Ortiz.

El oficiante estaba de pie, mirando hacia el este, en el lado oeste de la mesa. Se colocaron sobre la mesa hasta 13 calabazas que contenían una bebida especial de maíz (conocida como sakab). En las cuatro esquinas del altar, colgaban un número igual de calabazas. Esta es la estructura más común del altar maya en Yucatán. Todas las semillas y otros productos (como botellas de plástico que contenían miel), y que las personas llevaron a la feria, se acomodaron en el altar y alrededor de este. 

La invocación que vino a continuación siguió un patrón simple. Esta consistía en una serie de llamamientos a Dios, a los cuatro vientos y a otros seres sobrenaturales. La oración comenzó y terminó con una secuencia rápida. Primero, hubo un momento de oración en el cual el oficiante llamó a los espíritus para que se acercaran a la mesa y recibieran las ofrendas. Después de una larga pausa, el invocador le pidió a los espíritus que regresaran a los lugares a donde pertenecían, fueran estos el cielo, la selva o el mundo subterráneo. Don Antonio, el oficiante del día, luego me confesó que cuando estaba realizando la segunda parte de la ceremonia, arrodillado frente al altar, y ante una multitud de casi 100 personas, sintió que casi se desmayaba. Él atribuyó esta sensación al poder de los espíritus, y culpó su reacción a su propia inexperiencia. Más tarde, pensó que debía haber olvidado algo durante el performance, y que fue esto lo que le produjo una repentina pérdida de control sobre las energías espirituales que se espera que él, como chamán o oficiante profesional, dirija.

Un performance totalmente diferente tuvo lugar en Kambul, Yucatán, durante la Fiesta del Maíz. Aquí, un chamán experimentado y anciano estaba a cargo de la bendición de las semillas. Él y otro destacado activista maya crearon una notable innovación en esta tradición ritualista que consistió en la construcción de un altar redondo en el suelo y no sobre una mesa cuadrada. Para esto, utilizaron las hojas del árbol ja’abin para formar un gran círculo en el centro de una cancha de baloncesto. Otro elemento novedoso fue la utilización de mazorcas de maíz de diferentes colores para marcar los cuatro puntos cardinales. De este modo, el maíz rojo se usó para el este, el blanco para el norte, el púrpura para el oeste y el amarillo para el sur. En cada punto cardinal también colocaron frutas, flores y alimentos de colores similares a cada tipo de maíz. Finalmente, terminaron el altar con velas de colores y calabazas que contenían “agua virgen” (de un pozo en la selva) así como la bebida sakab. Si el altar se había transformado radicalmente para esta ceremonia, el estilo de la oración, en cambio, era bastante convencional (para más información, consulte Hanks 1984). La invocación implicó una larga letanía emitida a un ritmo sostenido y monótono, marcada por inflexiones regulares pero compuesta de frases largas en las que Dios, la Virgen María y una gran cantidad de espíritus sobrenaturales—como los vientos o iik’o’ob—fueron llamados a alimentarse de las ofrendas. Este fue un performance muy exigente, especialmente para el chamán de 84 años. La ceremonia de bendición se compuso de tres secuencias diferentes, cada una con una duración de entre 15 y 20 minutos. Mientras oraba, el chamán se movía alrededor del altar, rociaba agua virgen a los cuatro puntos cardinales con una pequeña hoja, y luego blandía un manojo de hojas del árbol del sipche para rociar bolsas de semillas, plantas ornamentales, cestas de mimbre y personas que asistían a la ceremonia. La manera de caminar del chamán siempre seguía el mismo patrón: en un movimiento inverso al sentido de las agujas del reloj, este iba haciendo un espiral de oeste a sur, de sur a este, de este a norte y de norte al centro del altar.

Fiesta del Maíz (Yucatán): Ritual––Bendición de las semillas.

Aunque igualmente importantes para los organizadores, las ceremonias espirituales son más bien marginales en la celebración del Día Maya en Belice. Los rituales son incluidos como un comienzo auspicioso para el festival. La forma que los performances rituales tomaron, en esta celebración, fue la de una invocación q’eqchi y una ceremonia al fuego dirigida por un líder espiritual maya de 25 años de edad, proveniente de Ak’Tenamit, una escuela en Guatemala. Debido a su significado performático, me concentraré aquí en la ceremonia del fuego. El altar para esta ceremonia estaba nuevamente colocado en el suelo. El número, la naturaleza y el significado de los elementos dentro del ritual eran altamente complejos. La base del altar era un círculo con una cruz en medio. El círculo estaba hecho de piezas redondas secas de copal, una resina aromática. También había otros elementos aromáticos, como cortezas de pinos, bloques de resina, miel y velas de colores. La ceremonia comenzó con la acción de encender el fuego y con una explicación sobre el significado y la intención de este elemento. Se dijo que la ceremonia del fuego tenía como objetivo invocar el nawal del día: es decir, la energía espiritual que esa fecha, en particular, tiene en el calendario maya. Cada día del calendario tiene un nawal, es decir, un espíritu de compañía, un propósito y un potencial. Como parte del performance, el joven líder espiritual recitó largas oraciones en q’eqchi’ mientras caminaba alrededor del fuego en sentido contrario a las agujas del reloj. Sus oraciones fueron dedicadas a cada uno de los 20 días del calendario q’eqchi’ y su correspondiente nawal. Mientras tanto, sus compañeros, un grupo de jóvenes aprendices de la misma escuela, ofrecían velas y pequeñas bolas de copal a los asistentes a la ceremonia, invitándolos a alimentar el fuego y a pedir favores particulares a los nawals. El fuego se encendió en medio de un campo sin árboles, lo que convirtió el performance en una experiencia especialmente demandante para el oficiante y sus compañeros que tenían que enfrentar el calor abrasador que provenía del fuego.

Ritual del Día Maya en Belice: Invocación y ceremonia del fuego.

En todos estos performances rituales, hay una repetición de elementos clave de la cosmología maya. Uno de ellos es la organización del mundo en áreas simétricas con valores diferentes pero igualmente importantes. Otro elemento es el centro como otro punto cardinal, representado por los colores verde y azul. El mundo está representado en estos rituales como un espacio organizado y luminoso que la humanidad habita junto con otros seres sobrenaturales. Las pausas y movimientos del oficiante, por otro lado, reflejan el paso del tiempo y los ciclos de la naturaleza. Estos ciclos hablan no solo de repetición, sino también de progresión, ya que los oficiantes se mueven en espiral. Las nociones de “centro” y “equilibrio” son clave para las cosmologías mayas y fundamentan la idea de que la humanidad (toda la humanidad, no solo los mayas) necesita ser “plantada” firmemente en la tierra. Estas perspectivas sobre el tiempo, la humanidad y la tierra reflejan las visiones del mundo presentes en las comunidades de habla maya, predominantemente campesinas, a las que pertenecen la mayoría—si no todos—estos activistas.

Celebrando cuerpos


Algunos de los performances más esperados del Día Maya son las competiciones y los juegos organizados. Estas competiciones se remontan al primer festival de “puertas abiertas” que tuvo Tumul K’in en 2004. Los padres de los estudiantes de Tumul K’in querían animar a sus hijos a aprender a trabajar el campo, el maíz, así como a ser más “tradicionales”. Estos son algunos de los componentes principales del programa educativo de Tumul K’in. En esta escuela, los estudiantes trabajan incesantemente en el campo, en la cocina y en el aula. La junta escolar y la mayoría de los aldeanos cree que el trabajo duro es lo que hará “mayas” a estos estudiantes. Este trabajo no excluye, sin embargo, actividades recreativas. Los adolescentes tienen tiempo libre después del almuerzo, y algunos dedican este tiempo al aprendizaje de la marimba, a través de una dinámica de trabajo entre pares, y en un ambiente relajado.  

Las competencias se pensaron inicialmente como formas de estímulo para los estudiantes. A través de las competiciones, estos podían demostrar lo que habían aprendido en la escuela: no solo matemáticas, inglés e historia, sino también, cómo trabajar eficazmente en el campo y en el bosque. Los estudiantes también compiten para demostrar lo bien que han aprendido las artes mayas tradicionales.


El número y la naturaleza de las competiciones eventualmente creció hasta incluir otros aldeanos mayas, jóvenes y mayores. Esto se debió a que los organizadores del festival querían asegurarse de que la gente de los pueblos cercanos participara en la celebración. Pensaron que tener estas competiciones animaría a los aldeanos a demostrar sus habilidades y conocimientos encarnados en el cuerpo. Por lo tanto, estas competiciones contribuyen a promover una noción de cultura maya que es corporizada y, al mismo tiempo, performática, en tanto se exhibe públicamente. En 2012, los organizadores del Día Maya anunciaron una lista de competiciones que incluían: la partición de la leña, el trenzado de palma, la molienda del maíz, la elaboración de tortillas, el descascarado del maíz, la toma del caldo, el acarreo del agua, el soplado de conchas, la fabricación de abanicos y la escalada de palos cubiertos de grasa. Me centraré en la partición de la leña y en la molienda del maíz para ejemplificar el tipo de prácticas corporizadas celebradas durante el Día Maya.

Día Maya (Belice): Competencia––Trenzado de palma.
Día Maya (Belice): Competencia––Palo grasiento. 

La competencia de partir la leña abrió los concursos del día. A cuatro participantes de diferentes aldeas se les pidió que realizaran esta tarea a la manera tradicional. Para llevar a cabo esto lo más rápido posible, los participantes tenían que usar más que su propia fuerza, debían valerse de su habilidad corporal. Mientras estaban concentrados en su tarea, dos maestros de ceremonias los alentaban y a la vez se burlaban de ellos, alentando en broma la rivalidad entre las aldeas. Los maestros de ceremonias hablaban hasta en cinco idiomas diferentes, algunas veces intervenían en q’eqchi, otras, en mopan, asimismo, alternaban entre inglés y kriol, e incluso entremezclaban frases en español. Uno de ellos, en particular, enfatizaba el desafío físico de la tarea diciendo: “así de duro trabaja el hombre maya”. Cuando uno de los competidores terminó de partir el tronco y comenzó a transportar las piezas de madera a la línea de la meta, se le pidió que lo hiciera correctamente atando los troncos con una corteza de árbol y cargándolos en la espalda. Otro competidor intentó apresurarse en la tarea y no ató los troncos correctamente, razón por la cual se cayó varias veces. Esto provocó risas y bromas del público. Los maestros aprovecharon la situación para advertir que nadie debía apresurarse a la hora de trabajar en el campo. La competencia la ganó el competidor que fue paciente y que supo realizar la tarea correctamente.

La competencia de molienda de maíz durante el festival del Día Maya en Blue Creek, Belice, 2012. Captura de video por Genner Llanes-Ortiz.

La competencia de la molienda de maíz se produjo después de que varias otras se hubieran completado. Había tres competidoras que tenían entre 30 y 40 años, de diferentes aldeas y hablantes monolingües de q’eqchi’. Esta competencia consistió en usar el ka (rodillo de piedra) para moler el maíz. La tarea implicaba desintegrar los granos del maíz y convertirlos en masa, tratando de lograr el equilibrio correcto entre humedad y sequedad. Los jueces tomarían una decisión basada en la textura de la masa. Una maestra de ceremonias les recordaba a las competidoras que ni un solo grano de maíz debía caer fuera de la piedra de moler. Un maestro de ceremonias kriol, por otro lado, animaba la competencia con comentarios que destacaban las formas particulares en que el cuerpo de las mujeres formaba parte de  la tarea. Decía, por ejemplo, “Lo están haciendo a la manera tradicional, propia de su cultura, [son] expertas a su manera. […] Sus cuerpos se mueven hacia arriba y hacia abajo, dentro y fuera. Las tres están respirando con dificultad en este momento, pero eso es de esperarse”.

Día Maya (Belice): Competencia –– Partir la leña
Día Maya (Belice): Competencia––Molienda del maíz

Las mujeres mayores, que servían como jueces, examinaban la masa, tocándola y enrollándola entre los dedos para ver si alguna de las participantes había alcanzado la textura y el grosor esperado. Después de decidir el primer y el segundo lugar, una de las ganadoras tomó el micrófono para expresar su orgullo de poder realizar esta tarea en casa. Comentó que aunque actualmente había molinos eléctricos, a ella le parecía necesario moler el maíz a la manera tradicional.

Los cuerpos mayas también son alabados y celebrados en las ferias de las semillas en Yucatán. El elogio está implícito en los comentarios sobre la manera en que los mayas enfrentan las condiciones climáticas adversas. En Kambul, los organizadores y el público tenían que soportar el calor húmedo y el sol ardiente de la península durante gran parte de la celebración. Frente a esto, la gente comentaba que ellos, como mayas y campesinos, no temían al sol ni a la lluvia porque estaban acostumbrados a sus inclemencias. 

Una celebración más explícita por los cuerpos mayas o, por lo menos, una preocupación sobre ellos se expresó en una obra de teatro comunitaria presentada en Kambul y Buena Fe. En ella, los cuerpos mayas se presentaron como fundamentalmente hechos de maíz de variedades distintas. Como dice uno de los textos leídos durante la fiesta de Kambul, “De maíz blanco y amarillo, nuestra carne se ha formado”. Discutiré esta obra con más detalle en la siguiente sección. Sin embargo, una de las principales preocupaciones del dramaturgo fue enfatizar que el consumo de variedades de maíz transgénicas es peligroso para la “raza maya”. En la obra, el cuerpo maya se presenta como producido por la combinación de cualidades de cuatro elementos básicos: tierra, viento, fuego y agua. El primer humano está representado como un joven delgado y hermoso que emerge del suelo vestido como una mazorca de maíz.

Fiesta del Maíz (Yucatán): Discurso Público –– “Nuestra comida”.

Los cuerpos celebrados en estos eventos son aquellos que muestran la mayor habilidad y resiliencia al enfrentar los desafíos diarios. Son cuerpos alabados por lo que saben. Sin embargo, este conocimiento no reside en lo que pueden elaborar discursivamente, sino, más bien, en su capacidad de realizar tareas cotidianas que, generalmente, implican una forma de conocimiento devaluada. Esta epistemología, arraigada en el cuerpo, es lo que define a un hombre o a una mujer maya. Con su performance, los cuerpos mayas escapan de la trampa de lo que Wilk llama la economía política de la belleza en Belice, administrada por el gobierno, y profundamente arraigada en los procesos de mercantilización global del cuerpo (1995). La muestra de trabajo arduo exhibida por los cuerpos mayas expresa un discurso moral que subraya la presencia legítima y de larga data de los mayas en los bosques profundos del sur de Belice. Por lo tanto, enfrenta y resiste la invisibilización y la negación de su natividad por parte del estado. Asimismo, al enfatizar su ingenio y su resistencia, los mayas de Yucatán promueven implícitamente un discurso moral contra los no mayas, los ricos y los poderosos, lo que hace parte de una construcción social caracterizada como “conciencia de clase étnica” por algunos estudiosos (Kray 2005).
 

Celebrando la comida

“El poder de una semilla”, pieza de teatro creada por el grupo Chan Ts’u’unun (pequeño colibrí).

En muchos sentidos, la celebración de la comida es donde convergen los aspectos espirituales y corporales de la mayanidad. El maíz sagrado, la sustancia primordial a partir de la cual se crearon los mayas y toda la humanidad, ocupa un lugar central en los discursos y performances de la Feria de las Semillas en Buena Fe y Kambul. Esto es fundamentalmente lo que una obra teatral comunitaria trató de comunicar en 2012. La obra se inspiró en la participación de la dramaturga María Luisa Góngora en una campaña contra los OGM en Yucatán que lideró un grupo de activistas mayas. Después de descubrir los riesgos de las semillas transgénicas, esta renombrada dramaturga maya decidió crear una pieza con su grupo comunitario para abordar estos asuntos. María Luisa decidió titular su obra: “El poder de una semilla”. El grupo, llamado Chan Ts’u’unun (pequeño colibrí), ha participado en un circuito de teatro comunitario más amplio que el de las redes creadas por las ferias.

Feria de Semillas Nativas (Quintana Roo): Poesía.
Fiesta del Maíz (Yucatán): Discurso Público––“Nuestro maíz”.
Feria de Semillas Nativas (Quintana Roo): Performance––Himno del maíz.
Fiesta del maíz (Yucatán): Teatro––El poder de una semilla.

El argumento de la obra se dividió en diferentes cuadros: uno de ellos es una escena mitológica y los otros dos representan la vida rural. En la primera escena, un adulto maya está pelando maíz a la manera tradicional, cuando un maya más joven se acerca a él para ayudarlo con la tarea (ver imagen 3). El hombre mayor le advierte que no debe permitir que los granos del maíz caigan al suelo; si estos caen, debe recogerlos de inmediato, porque no es bueno desperdiciarlos. El hombre habla sobre la importancia del maíz y la potencia humana que tiene la planta. Inicialmente, el joven maya no se impresiona, pero luego se interesa en la historia y le pide al maya adulto que le enseñe más. La segunda escena tiene lugar en un tiempo mítico que sucede antes de la creación de la humanidad. Cuatro personajes aparecen, uno por uno, y después de posicionarse en las cuatro esquinas de un escenario abierto, conversan sobre la urgencia de crear un nuevo ser que pueda “recordar quiénes son sus creadores”. Pronto queda claro que representan a la cuatro elementos: viento, agua, fuego y tierra. En Kambul, el centro del escenario todavía estaba ocupado por el altar formado por hojas del árbol ja’abin. Una vez los cuatro elementos dicen sus líneas, se dirigen al centro del altar, donde hay alguien cubierto con un paño marrón. Los cuatro elementos le ordenan a este personaje que se levante y entonces se revela un joven maya vestido como mazorca de maíz. Esta es una nueva versión de la historia narrada en el Popol Vuh sobre la creación de la humanidad a partir del maíz.

La siguiente escena vincula el tiempo mítico con el presente. Presenta a un grupo de hombres hablando mientras preparan una ofrenda a los espíritus del bosque. Ellos comparan sus diferentes técnicas para el cultivo del maíz. Un hombre cuestiona a otro sobre su uso excesivo de herbicidas en la milpa; este se defiende diciendo que “de esta manera es más fácil y más rápido”. Un anciano les recuerda cómo se hacía la milpa en el pasado. El hombre denunciado por usar demasiados productos químicos ignora las advertencias sobre sus peligros. Él dice que si continúan acosándolo, ya no participará más en estas ceremonias. La siguiente escena involucra a dos mujeres que conversan sobre un niño que está enfermo. La madre del niño dice que no puede participar en la ceremonia de la lluvia a causa de la enfermedad de su hijo. La otra mujer le pregunta qué le pasa al niño, y la madre responde que no sabe, que su hijo come bien, y que lo único que come es comida chatarra. Este comentario hace reír al público.

La historia continúa con más personajes, algunos de ellos son oficiales gubernamentales y otros empresarios que intentan engañar a los campesinos mayas para que acepten las semillas transgénicas. La escena final los reúne a todos. Se atribuye la muerte de una persona a la ingesta de alimentos transgénicos, y hay noticias de que la miel producida por los campesinos mayas, en otras regiones de la península, ha sido rechazada porque se ha descubierto que está contaminada con polen transgénico. Mientras estos campesinos y un funcionario gubernamental discuten los motivos de la supuesta contaminación, vemos en el fondo a dos personajes vestidos de verde y con tallos de maíz. Uno de los personajes es el joven hombre de maíz creado en la escena mítica anterior; el otro también es joven, pero tiene pedacitos brillantes por toda su túnica verde oscuro. Este último representa el maíz transgénico. Los dos chocan y se empujan entre sí, mientras una multitud de campesinos interrumpe la conversación y expulsa al representante del gobierno y al maíz transgénico de la escena. Antes de “cerrar el telón”, todos los actores muestran signos de rechazo a los OGM.

La obra fue muy elogiada por los campesinos mayas e interpretada como un respaldo a la campaña que lideran los activistas en la región. Destaca la necesidad de preservar las semillas nativas no solo como una forma de mantener la capacidad de autosuficiencia, sino también la integridad del cuerpo humano. En algunos puntos, la obra discute la comida como un peligro potencial para la salud; especialmente la comida chatarra, pues se dice que está socavando la fuerza de los mayas. El maíz nativo y la humanidad maya son, entonces, presentados como consustanciales y mutuamente dependientes.

El Día Maya es también un espacio donde se celebra la comida. Desde sus inicios, este festival ha sido pensado como una oportunidad para exhibir un conocimiento tradicional en peligro de desaparición. En Belice, la comida se ha convertido en un signo de la construcción problemática de la identidad nacional (Wilk 1999). Para los organizadores del Día Maya, la comida también ha representado la mayanidad. Mucha de la comida maya, sin embargo, se ha representado como caldo, una sopa picante de pollo y verduras. Durante los preparativos del Día Maya, los organizadores discutieron mucho sobre los alimentos que podían representar la comida maya. Se compiló una larga lista de plantas, palmeras y animales silvestres encontrados en el bosque. Uno de alimentos más importantes fue la palma de la cohuna (Attalea cohune), que crece silvestremente. Otro fue el “gibnut” asado (Cuniculus paca), un roedor gigante muy apreciado por el sabor de su carne.

Incluso más importante que el inventario de comida tradicional maya es una competencia que se ha vuelto muy popular entre los asistentes al festival: la toma del caldo. Al igual que los otros concursos, este expresa ideas importantes sobre lo que es ser maya. El caldo es una sopa muy picante, pero su picante no es el desafío más importante cuando se trata de tomarlo rápidamente. La complicación principal radica en las bolas de masa agria y hervida de maíz, o poch, que acompañan el caldo. Estas se preparan de esta manera porque, al fermentar, la masa no se descompone en el clima cálido y húmedo de la selva. Tomar caldo y poch, entonces, es algo que solo un hombre o una mujer maya realmente trabajadores pueden hacer. Curiosamente, esta es la única competencia en la que hombres y mujeres compiten unos contra otros. Allí, los cuerpos mayas y su comida son presentados como consustanciales, estrechamente ligados a las dificultades de la vida rural maya.

Día Maya (Belice): Competencia––Toma del caldo.

Conclusiones: celebración de epistemologías y corporalidades

En la movilización de estrategias de resistencia de estos diferentes grupos mayas, el tropo común que emerge es la corporización de nociones de identidad maya. Esto se expresa a través de la comida que ingieren los cuerpos, la resistencia que exhiben y el lenguaje ritual y rítmico que expresan. Los granos, la comida, la naturaleza y lo sagrado se juntan en nuevas formas, reproduciendo y transformando epistemologías nativas durante mucho tiempo perseguidas o desdeñadas, y sin embargo, señaladas en estos performances desde una comprensión distintiva y contemporánea de la indigenidad.

Los estilos rituales y los símbolos culturales se actualizan y adaptan para vincular las visiones de mundo tradicionales y las contemporáneas. Las nuevas circunstancias de los mayas están definidas por una interconexión internacional creciente. Entre los activistas, se nota la influencia del movimiento pan-maya guatemalteco así como del levantamiento neozapatista, particularmente, en la forma en que intentan transformar los aspectos espirituales, estéticos y políticos de la cultura maya. Los rituales cotidianos se adaptan a las interpretaciones pan-mayas de la espiritualidad que apelan a nociones locales y universales de humanidad.

Las competencias y representaciones de los cuerpos mayas trabajan no solo para recuperar un sentido de valía respecto a la sociedad dominante, sino también, como una forma de revaluar habilidades y conocimientos corporizados que de otro modo se ignorarían. Los activistas de Belice han descubierto que al prestar atención a las habilidades que las personas mayas tienen en su vida cotidiana, una noción encarnada de la cultura maya activa otros procesos de recuperación de la dignidad, así como articula la agencia cultural y política.

El activismo cultural maya a menudo es sometido a un escrutinio severo. Las acusaciones de ser “retrógrado” (Gabbert 2001), fijado en la tradición y en una continuidad cultural imaginada, abundan. Sin embargo, como James Clifford nos recuerda: “La tradición [en algunos movimientos de revitalización] tiene menos que ver con la preservación que con la práctica transformadora y la simbolización selectiva de la continuidad” (2000, 100). Al enfatizar lo que hace que los mayas sean diferentes de los mestizos mexicanos y de los kriols de Belice, estos activistas privilegian las formas de pertenencia a través de las cuales pueden dar un mejor sentido a la interconexión en el mundo.

Esto se hace evidente cuando prestamos atención a las metáforas empleadas por los mayas de Belice para discutir la conexión entre el maíz y la humanidad. Fue en Kambul que un organizador de la fiesta reflexionó sobre cómo los cuatro colores del maíz podían verse como representativos de los principales “colores” de la “raza humana”: blanco, amarillo, negro y rojo. Implícito en este comentario sobre la importancia de la diversidad está la franqueza y la disposición con que estos activistas participan en la creación e implementación de otras formas radicalmente nuevas de ser maya.

Fiesta del Maíz (Yucatán): Discurso Público––Maíz y humanidad.

Obras citadas

Clifford, James. 2000. “Taking Identity Politics Seriously: the Contradictory, Stony Ground…” En Without Guarantees: Essays in Honour of Stuart Hall, editado por P. Gilroy, L. Grossberg, y A. McRobbie. London: Verso Press.

Fitting, Elizabeth. 2011. The struggle for maize; campesinos, workers, and transgenic corn in the Mexican countryside. Durham and London: Duke University Press.

Gabbert, Wolfgang. 2001. “Social categories, ethnicity and the state in Yucatan, Mexico.” Journal of Latin American Studies 33: 459-484.

Hanks, William F. 1984. “Sanctification, Structure, and Experience in a Yucatec Ritual.” Journal of American Folklore 97, No. 384: 131-166.

Kray, Christine. 2005. “The Sense of Tranquility: Bodily Practice and Ethnic Classes in Yucatán.” Ethnology 44, No. 4: 337-355.

Lave, Jean and Etienne Wenger. 1991. Situated learning. Legitimate Peripheral Participation. Cambridge: Cambridge University Press.

Maffie, James. 2006. “Ethnoepistemology.” Internet Encyclopedia of Philosophy. http://www.iep.utm.edu/e/ethno-ep.htm, consultado el 23 de julio de 2009

Medina, Laurie Kroshus. 1999. “History, culture, and place-making: ‘Native’ status and Maya identity in Belize.” Journal of Latin American Anthropology 4, No. 1: 133-165.

–––. 2003. “Commoditizing culture: Tourism and Maya Identity.” Annals of Tourism Research 30, No. 2: 353-368.

Taylor, Diana. 2003. The archive and the repertoire: performing cultural memory in the Americas. Durham, London: Duke University Press.

Teran, Silvia, and Christian H. Rasmussen. 1995. “Genetic diversity and agricultural strategy in 16th century and present-day Yucatecan milpa agriculture.” Biodiversity and Conservation 4, No. 4: 368-381.

Torres Flores, Jorge. 1997. Los mayas yucatecos y el control cultural; etnotecnología, mayaeconomía y pensamiento político de los pueblos centro-orientales de Yucatán. Texcoco, Mérida: Universidad de Chapingo, UADY.

Wainwright, J. 2008. Decolonizing Development: Colonial Power and the Maya. Malden, MA; Oxford: Blackwell.

Wilk, Richard. 1995. “The local and the global in the political economy of beauty: from Miss Belize to Miss World.” Review of International Political Economy 2, No. 1: 117-134.

–––. 1999. “‘Real Belizean Food’: Building Local Identity in the Transnational Caribbean.” American Anthropologist 101, No. 2: 244-255.

Endnotes

    Works Cited